Por: Juancarlos Vargas
Para desarrollar este tema, se debe analizar como Nicolás Maduro, quien se desempeñaba como Vicepresidente Ejecutivo al momento que ocurrió la desaparición física de Hugo Chávez, asumió el cargo de Presidente Encargado. Para ello bastó que la Sala Constitucional interpretase el Artículo 233 para decidir que Maduro al encargarse de la Presidencia ipso facto dejaba de ser Vicepresidente Ejecutivo y quedaba facultado para ejercer plenamente todas las funciones que le confiere la Constitución a quienes resultan electos presidentes a través del sufragio directo, secreto y universal, esto se traduce en que Maduro como Presidente Encargado pasó a ser Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional, y por si fuese poco la sentencia señala que no tiene que separarse de su cargo de Presidente Encargado para participar en los comicios electorales del próximo 14 de abril.
De lo anterior es posible afirmar que a Maduro
se le atribuyó, de forma ilegítima, a través de una decisión judicial iguales
atribuciones a las que corresponden a quienes resultan favorecidos por comicios
electorales como presidentes de la República, esto es una muestra del
debilitamiento del Estado de Derecho y de la carencia absoluta del principio de
división de los poderes públicos.
Asimismo, al permitirse a Maduro permanecer ejerciendo la presidencia
encargada, cuando debió separarse de ese cargo durante la campaña electoral, se
creó una excepción contraria a la ley, cuyo claro propósito es sacar ventaja de
ello, y una vez más se le otorgó a Maduro el tratamiento que corresponde a un presidente electo que aspira
se re-electo.
En Venezuela
se han radicalizado las normas jurídicas de manera constante con el
propósito de alimentar la denominada “revolución”. Primero Hugo Chávez y ahora
Nicolás Maduro se han apoyado en leyes, con el propósito de crear apariencia de
legalidad consciente que la inestabilidad constante les favorece. En este orden
de ideas, se considera oportuno traer a colación el concepto totalitario de la
ley, para lo cual es importante tener presente que el régimen chavista había
logrado relativamente, hasta que Chávez viajó a la Habana en diciembre de 2012,
mantener al menos en apariencia apego al principio de legalidad, principio
fundamental del derecho público que garantiza que cada uno de los actos de los
poderes públicos estén sometidos a la voluntad de las leyes. Los gobiernos
totalitarios desafían el derecho positivo a través de la manipulación de la
legalidad. Por otra parte, los totalitarismos colocan inicialmente, a
determinados grupos fuera del sistema penal ordinario, lo cual luego se termina
por extender prácticamente a cualquier ciudadano.
El régimen neo-totalitario que gobierna
actualmente Venezuela posee características particulares: cuenta con un
considerable apoyo popular; incorporó elementos propios de las dictaduras
electorales, al mantener la apariencia mediante la celebración periódica de
elecciones, pero sin que estas sean totalmente transparentes; se aparenta el
respeto del derecho a la libertad de expresión, pero se utilizan prácticas para
coartarla más elaboradas y sutiles que la que emplearon las dictaduras
tradicionales; se soporta económicamente gracias a la fortaleza de la renta
petrolera; y se ejerce el monopolio de la violencia no sólo la legítima que
corresponde a todo Estado, sino que paradójicamente, de la violencia
subversiva, que clásicamente corresponden a los elementos de oposición, a
través de grupos armados paramilitares, lo que acarrea la militarización de los
ciudadanos, es decir su conversión en milicianos en defensa de la revolución; y
es necesario que afianzar la idea de un único partido que posea el monopolio de
la actividad política legítima.
La fragilidad de la democracia en la Venezuela
actual es clara, pues si bien se celebran elecciones de manera periódica, se
afianzó bajo el liderazgo de Hugo Chávez, un régimen neo-totalitario,
manipulándose para ello la comunidad internacional para crear una apariencia de
democracia en Venezuela. Ahora, bastaría ver si Nicolás Maduro tiene las
condiciones políticas y el liderazgo personal necesario para mantener esta
situación en condiciones económicas que a todas luces se presentan adversas
para él.
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