Por: Zulmaire González
Nicolás Maduro comenzó a ser conocido por los venezolanos cuando fue elegido Diputado para la Asamblea Nacional Constituyente en 1999 y posteriormente una vez promulgada la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela fue electo Diputado de la Asamblea Nacional llegando a ser presidente de este órgano legislativo en el año 2005. En 2006 fue designado Ministro del Poder Popular para las Relaciones Exteriores donde destacaría por implementar con éxito la visión de política exterior de Hugo Chávez. Entre sus logros se encuentran la creación y en algunos casos el fortalecimiento de nuevas formas de integración regional como el ALBA, la CELAC, PETROCARIBE, el ingreso de Venezuela al Mercosur, la normalización de las relaciones entre Venezuela y Colombia, el fortalecimiento de las relaciones con aliados no tradicionales como la República Popular de China, la República Islámica de Irán, Bielorusia, y Rusia.
Desde que Nicolás Maduro se hizo presente
con mayor frecuencia en los medios de comunicación, hemos conocido algunos rasgos de la
personalidad de quien se iniciase en las lides políticas como líder del
sindicato del Metro de Caracas donde se desempeñó como conductor de autobuses.
Maduro es un ferviente seguidor de Sai Baba, a quien visitó en varias
oportunidades y recientemente recibió la bendición del movimiento creado por el
gurú indio.
Durante los ciento veinte días que Maduro lleva
al frente del gobierno venezolano, ha recurrido de manera obsesiva al uso de la figura de Chávez a quien se refiere en tiempo presente, al señalar
que este sigue siendo el Presidente de Venezuela, lo menciona de manera insistente en sus alocuciones llegando a nombrarlo 3.456 veces durante los
dieciséis días que transcurrieron después de su fallecimiento, el haber dirigido un extenso
funeral donde incluso llegó a plantear la idea de embalsamarlo y compararlo con
líderes comunistas como Lenin, Mao Tse Tung y Ho Chi Minh. El uso de términos
como “padre”, “gigante”, “cristo de los pobres de América Latina”, entre otros.
Asimismo, Maduro ha mostrado devoción así como admiración por Fidel Castro y el régimen cubano, lo cual se ha manifestado en un discurso lleno de elogios hacia Cuba portando la estrella de cinco puntas a la
usanza de Fidel Castro en la solapa del traje y luego el uniforme militar verde
oliva, transmisión en cadena nacional del himno de cuba y su famosa
frase “quizás solamente el pueblo cubano tenga una estirpe de solidaridad
superior a la que Chávez cultivó en este pueblo”. Estas manifestaciones hacia
Cuba son muestra de la intención de Maduro de dar una mayor importancia a los
hermanos Castro en las decisiones política interna venezolana, lo cual se
configura en un claro atentado en contra la soberanía nacional.
Desde el punto de vista religioso Maduro
presenta un marcado eclecticismo, pues además de su mencionada devoción a Sai
Baba no ha dudado en declararse cristiano a la vez que dice que es un halago
que lo llamen comunista. Además, alterna mensajes de amor y de unidad con
resentimiento, odio e incluso alusiones homofóbicas como cuando insinuó que el
candidato opositor Henrique Capriles Radonski es homosexual por el simple hecho
que es soltero.
Por
otra parte, el discurso de Nicolás Maduro se ha caracterizado por el uso de
frases que denotan una posición contraria al Gobierno de los Estados Unidos de
América. Se inició como jefe de gobierno declarando personas non
grata a dos agregados militares norteamericanos acreditados ante el Gobierno
venezolano, e insinuando que la enfermedad de Chávez fue provocada por “el
imperio” y acusando al país del norte de ser “halcones locos” que están
interfiriendo en el proceso electoral venezolano al ordenarle “a la derecha venezolana a retirarse de
los comicios o sabotearlos”.
Lo antes expuesto denota que el actual Presidente Encargado de Venezuela
y candidato a la presidencia Nicolás Maduro, ha dado muestras de
poseer una personalidad con rasgos de fanatismo que se han plasmado en sus
políticas, acciones y discursos. El ungido por Hugo Chávez Frías como su
heredero político ha venido utilizando de manera obsesiva la figura de Chávez,
a quien imita con fines electorales. Además, muestra una devoción hacia
Fidel Castro y al régimen cubano que podría dar lugar al intervencionismo
cubano en las decisiones políticas venezolanas. Aunado a ello, Maduro está
obsesionado por utilizar un discurso anti norteamericano pasado de moda, propio
de la época del esquema bipolar. Todo ello lleva a concluir que el Presidente
Encargado de la República Bolivariana de Venezuela con sus claros rasgos de
fanatismo, representa un peligro para la democracia
venezolana, la estabilidad de la región, la vigencia de los derechos humanos y la soberanía nacional.
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