Fuente: La Patilla
05 de noviembre de 2014
Por William Anseume
Sí. Allí están aún los estudiantes presos. En Yare, El Rodeo, el INOF, en el Sebin, en el Fuerte Terepaima de Lara, en Policarabobo, en el Internado de Agua Salada y en la Comandancia José Antonio Páez de Ciudad Bolívar, en sus arrestos domiciliarios algunos y una enorme cantidad con regímenes de presentación. ¿Qué diferencia esta dispersión de estudiantes presos, este reguero de muchachos detenidos en diversos puntos del país, con las actuaciones de la S.N, de Pedro Estrada, y con las cárceles de Gómez? Dictadura es dictadura y tiene sus muertos, sus presos, sus exiliados, sus sometidos; para esparcir el terror, para enviar el mensaje de que a quien proteste le cae.
No hay justicia en dictadura. Ni voces. Los silencios, que a veces son miedo, nos han impedido conocer los detalles y hasta la existencia todavía de estudiantes presos. Pero ahí está los Abraham, Nixon, Douglas, Rosmit, Renzo, Gerardo, Christian, Jainel, Jennifer, José, Jhosman, Daniela, Richard, Jeremías, Jesús, Marling, Eduardo, Daniel, Didiel, Ender, Kelwins, Luis Carlos, Francisco, Juan Carlos, Andrés, Julver, Sorangel, William y Gerson y tantos más que creyeron la democracia. Pensaron que les estaba permitido protestar, decir, manifestar sus contundentes deseos de un mejor país y de un futuro también mejor, de un futuro.
¿Derechos humanos? Nada más lejos de la comprensión del régimen que esas dos dolientes palabras en la Venezuela de 2014. Allí está la lucha de Leopoldo López por decirle al mundo que los presos de conciencia, como si la conciencia pudiera ser aprehendida, campean en Ramo Verde y en múltiples prisiones venezolanas. Así andan los alcaldes apresados por pensar distinto y decir su pensamiento. Censura, prisión y muerte son las marcas del terror de este año en nuestro país.