sábado, 23 de marzo de 2013

La Fragilidad de la Democracia en la Venezuela Actual











Por: Juancarlos Vargas


Para desarrollar este tema, se debe analizar como Nicolás Maduro, quien se desempeñaba como Vicepresidente Ejecutivo al momento que ocurrió la desaparición física de Hugo Chávez,  asumió  el cargo  de Presidente Encargado. Para ello bastó que la Sala Constitucional interpretase el Artículo 233 para decidir que Maduro al encargarse de la Presidencia ipso facto dejaba de ser Vicepresidente Ejecutivo y quedaba facultado para ejercer plenamente todas las funciones que le confiere la Constitución a quienes resultan electos presidentes a través del sufragio directo, secreto y universal, esto se traduce en que Maduro como Presidente Encargado pasó a ser Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional, y por si fuese poco la sentencia señala que no tiene que separarse de su cargo de Presidente Encargado para participar en los comicios electorales del próximo 14 de abril.


De lo anterior es posible afirmar que a Maduro se le atribuyó, de forma ilegítima, a través de una decisión judicial iguales atribuciones a las que corresponden a quienes resultan favorecidos por comicios electorales como presidentes de la República, esto es una muestra del debilitamiento del Estado de Derecho y de la carencia absoluta del principio de división de los poderes públicos.  Asimismo, al permitirse a Maduro permanecer ejerciendo la presidencia encargada, cuando debió separarse de ese cargo durante la campaña electoral, se creó una excepción contraria a la ley, cuyo claro propósito es sacar ventaja de ello, y una vez más se le otorgó a Maduro el tratamiento que  corresponde a un presidente electo que aspira se re-electo.

El régimen chavista que inició hace 14 años ha devenido en una nueva forma de gobierno autoritario, que podría ubicarse dentro de las dictaduras electorales con algunos rasgos de neo-totalitarismo. Hace ya tiempo que el gobierno venezolano reúne elementos de lo que podría ser catalogado como un totalitarismo renovado, debido a que concurren los elementos, que de acuerdo a Hannah Arendt, en su obra “Los Orígenes del Totalitarismo” suelen configurar  un régimen de esa naturaleza: 1) Concentración del poder en un líder y desarrollo del culto a la personalidad (a pesar de la desaparición física de Chávez no sólo persiste sino que se ha incrementado el culto a su personalidad); 2) sustitución  progresiva del sistema de partidos por un movimiento de masas;  3) el miedo como mecanismo de dominación; 4) progresiva abolición de las libertades y derechos; 5) el uso de la propaganda y del sistema educativo para adoctrinar; 6) supervisión centralizada de la economía; 7)  el empleo del Derecho, a través de la manipulación de la legalidad con el propósito de lograr sus objetivos; 8) uso de símbolos nacionalistas que identifican a los integrantes del movimiento, lo que en Venezuela recientemente se ha traducido en el uso de un brazalete con el tricolor patrio por parte de altos funcionarios del gobierno,  militares y ciudadanos que simpatizan con el régimen.     
En Venezuela  se han radicalizado las normas jurídicas de manera constante con el propósito de alimentar la denominada “revolución”. Primero Hugo Chávez y ahora Nicolás Maduro se han apoyado en leyes, con el propósito de crear apariencia de legalidad consciente que la inestabilidad constante les favorece. En este orden de ideas, se considera oportuno traer a colación el concepto totalitario de la ley, para lo cual es importante tener presente que el régimen chavista había logrado relativamente, hasta que Chávez viajó a la Habana en diciembre de 2012, mantener al menos en apariencia apego al principio de legalidad, principio fundamental del derecho público que garantiza que cada uno de los actos de los poderes públicos estén sometidos a la voluntad de las leyes. Los gobiernos totalitarios desafían el derecho positivo a través de la manipulación de la legalidad. Por otra parte, los totalitarismos colocan inicialmente, a determinados grupos fuera del sistema penal ordinario, lo cual luego se termina por extender prácticamente a cualquier ciudadano.

El régimen neo-totalitario que gobierna actualmente Venezuela posee características particulares: cuenta con un considerable apoyo popular; incorporó elementos propios de las dictaduras electorales, al mantener la apariencia mediante la celebración periódica de elecciones, pero sin que estas sean totalmente transparentes; se aparenta el respeto del derecho a la libertad de expresión, pero se utilizan prácticas para coartarla más elaboradas y sutiles que la que emplearon las dictaduras tradicionales; se soporta económicamente gracias a la fortaleza de la renta petrolera; y se ejerce el monopolio de la violencia no sólo la legítima que corresponde a todo Estado, sino que paradójicamente, de la violencia subversiva, que clásicamente corresponden a los elementos de oposición, a través de grupos armados paramilitares, lo que acarrea la militarización de los ciudadanos, es decir su conversión en milicianos en defensa de la revolución; y es necesario que afianzar la idea de un único partido que posea el monopolio de la actividad política legítima.     
La fragilidad de la democracia en la Venezuela actual es clara, pues si bien se celebran elecciones de manera periódica, se afianzó bajo el liderazgo de Hugo Chávez, un régimen neo-totalitario, manipulándose para ello la comunidad internacional para crear una apariencia de democracia en Venezuela. Ahora, bastaría ver si Nicolás Maduro tiene las condiciones políticas y el liderazgo personal necesario para mantener esta situación en condiciones económicas que a todas luces se presentan adversas para él.

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