Atormentado por los recuerdos de la Guerra Civil Española, en la que casi toda su familia murió a consecuencia de los bombardeos contra La República, y asfixiado por la subsecuente dictadura de Francisco Franco; Jesús Dolara decidió marcharse de su Bilbao natal rumbo a América en los años 50. Ingeniero químico, contaba sólo con su juventud (26 años) y tres amigos de su edad quienes le acompañaron en su viaje a Venezuela con la idea de continuar su resistencia al Franquismo. Más de 60 años han pasado pero el Señor Dolara aún conserva un marcado acento vasco, su pasión por el fútbol (que practicó desde muy joven) y por la lectura (que arrancó con los tebeos, como buen español), así como su compromiso por la justicia, compromiso que lo llevó en 1975 a fundar el primer grupo de Amnistía Internacional en América Latina.
VICTOR MOLINA I www.amnistia.me
16 de julio de 2014
Las palabras a continuación nos las ofrece en el apartamento de un amigo en Los Palos Grandes, Caracas, donde está de paso por motivos médicos en tanto actualmente vive lejos de la Capital. Las personas afables como él, con una vida dedicada al servicio a los demás, suelen hacerse de amistades incondicionales en todas partes. En la medida que relata su camino salen a resaltar figuras que de una u otra manera se movilizaron por su causa, diversísimas, como Gabriel García Márquez y Sofía Imber, así como una serie de modismos venezolanos. No hace falta hacerle muchas preguntas al Sr. Dolara para que dé rienda suelta a su narrativa, sustentada en una memoria de elefante. A veces diáfano, a veces es necesario leerlo entre líneas.
Franco muere en el 75; no lo matamos, se muere ¡Jajaja! Los vascos aquí en Caracas, amigos, porque íbamos al Centro Vasco hermoso, que conspirábamos contra el dictador aquel que ya tenía casi 40 años de dictadura, lógicamente ya estábamos sensibilizados a favor de los derechos humanos, –y con la muerte del “Generalísimo” huérfanos de una causa qué atender –entonces representantes de Amnistía de Londres hacen contacto con nosotros los que estábamos en esta vaina antifranquista y les manifestamos que teníamos deseos de participar en esta cosa que era Amnistía. Nos lo aprueban y este grupo crece vertiginosamente, convirtiéndose en un grupo multinacional. Venezuela era prácticamente la única democracia de Latinoamérica y recibía a todo el mundo que venía escapado: argentinos, uruguayos, paraguayos, chilenos, colombianos, guatemaltecos, brasileros ¡No te puedes hacer idea!Fuimos recibidos en el país por todos los sectores con una gran generosidad.
A partir de ahí el movimiento recién creado actúa en campañas a favor de casos de personas en peligro, principalmente perseguidos por las dictaduras latinoamericanas, salvando cientos de vidas.Teníamos varios grupos y cada grupo manejaba tres casos de presos de conciencia. El Senador argentino Hipólito Yrigoyen, quien había sido detenido por la Junta Militar de Videla, fue uno de los primeros casos que atendió Amnistía Venezuela.
Corría peligro de que lo matasen o cualquier cosa y nos llamaron de Londres a ver si podíamos hacer algo. Fuimos entonces aquí en Venezuela al Congreso de la República. Queríamos buscar un acuerdo entre todas las fuerzas que hacían vida política y el Congreso en pleno aprobó una resolución pidiéndole a Argentina la libertad de Hipólito Yrigoyen. Al día siguiente Hipólito Yrigoyen estaba en la calle.
Acciones similares fueron tomadas en diferentes oportunidades, por ejemplo, a favor de las poblaciones indígenas que estaban siendo arrasadas en Guatemala a consecuencia de la Guerra Civil de ese país.