viernes, 18 de julio de 2014

Jesús Dolara: orígenes del movimiento pro derechos humanos en América Latina


Atormentado por los recuerdos de la Guerra Civil Española, en la que casi toda su familia murió a consecuencia de los bombardeos contra La República, y asfixiado por la subsecuente dictadura de Francisco Franco; Jesús Dolara decidió marcharse de su Bilbao natal rumbo a América en los años 50. Ingeniero químico, contaba sólo con su juventud (26 años) y tres amigos de su edad quienes le acompañaron en su viaje a Venezuela con la idea de continuar su resistencia al Franquismo. Más de 60 años han pasado pero el Señor Dolara aún conserva un marcado acento vasco, su pasión por el fútbol (que practicó desde muy joven) y por la lectura (que arrancó con los tebeos, como buen español), así como su compromiso por la justicia, compromiso que lo llevó en 1975 a fundar el primer grupo de Amnistía Internacional en América Latina.


VICTOR MOLINA I www.amnistia.me
16 de julio de 2014

Las palabras a continuación nos las ofrece en el apartamento de un amigo en Los Palos Grandes, Caracas, donde está de paso por motivos médicos en tanto actualmente vive lejos de la Capital. Las personas afables como él, con una vida dedicada al servicio a los demás, suelen hacerse de amistades incondicionales en todas partes. En la medida que relata su camino salen a resaltar figuras que de una u otra manera se movilizaron por su causa, diversísimas, como Gabriel García Márquez y Sofía Imber, así como una serie de modismos venezolanos. No hace falta hacerle muchas preguntas al Sr. Dolara para que dé rienda suelta a su narrativa, sustentada en una memoria de elefante. A veces diáfano, a veces es necesario leerlo entre líneas.
Franco muere en el 75; no lo matamos, se muere ¡Jajaja! Los vascos aquí en Caracas, amigos, porque íbamos al Centro Vasco hermoso, que conspirábamos contra el dictador aquel que ya tenía casi 40 años de dictadura, lógicamente ya estábamos sensibilizados a favor de los derechos humanos,  –y con la muerte del “Generalísimo” huérfanos de una causa qué atender –entonces representantes de Amnistía de Londres hacen contacto con nosotros los que estábamos en esta vaina antifranquista y les manifestamos que teníamos deseos de participar en esta cosa que era Amnistía. Nos lo aprueban y este grupo crece vertiginosamente, convirtiéndose en un grupo multinacional. Venezuela era prácticamente la única democracia de Latinoamérica y recibía a todo el mundo que venía escapado: argentinos, uruguayos, paraguayos, chilenos, colombianos, guatemaltecos, brasileros ¡No te puedes hacer idea!Fuimos recibidos en el país por todos los sectores con una gran generosidad.
A partir de ahí el movimiento recién creado actúa en campañas a favor de casos de personas en peligro, principalmente perseguidos por las dictaduras latinoamericanas, salvando cientos de vidas.Teníamos varios grupos y cada grupo manejaba tres casos de presos de conciencia. El Senador argentino Hipólito Yrigoyen, quien había sido detenido por la Junta Militar de Videla, fue uno de los primeros casos que atendió Amnistía Venezuela.
Corría peligro de que lo matasen o cualquier cosa y nos llamaron de Londres a ver si podíamos hacer algo. Fuimos entonces aquí en Venezuela al Congreso de la República. Queríamos buscar un acuerdo entre todas las fuerzas que hacían vida política y el Congreso en pleno aprobó una resolución pidiéndole a Argentina la libertad de Hipólito Yrigoyen. Al día siguiente Hipólito Yrigoyen estaba en la calle.
Acciones similares fueron tomadas en diferentes oportunidades, por ejemplo, a favor de las poblaciones indígenas que estaban siendo arrasadas en Guatemala a consecuencia de la Guerra Civil de ese país.

En el Secretariado Internacional de Amnistía quedaron impresionados porque no es tan fácil en esos países de Europa ir al Congreso ¡Estuve en Londres dos meses y fui al Parlamento con uno de la Sección Británica de Amnistía y aquello era un ritual de película para ver a un par de parlamentarios o así; aquí en cambio entrabas por la puerta grande! 



En este sentido Amnistía trabaja de la mano de las fuerzas políticas de todas las tendencias, naciendo así su sacrosanto compromiso con la imparcialidad política, que la posiciona como una organización respetada por todos y que deviene en una herramienta a la hora de conseguir resultados a través de lo que se denomina "lobby".
En una oportunidad leímos en el periódico que Argelia Laya (morenita Diputada del Movimiento al Socialismo, el MAS) –en la foto tomada de psuv.org –es invitada por Gadafi a visitar Libia y ¡Concho, es la nuestra, uno de los presos de conciencia de Amnistía era un estudiante de Bengasi en Libia, detenido por manifestar contra Gadafi y lo iban a fusilar! Rápidamente hablamos con Argelia y le entregamos una carta para que se la entregara a Gadafi. Ella nos dijo: “no hay problema, yo la llevo” y así fue. El muchacho se salvó. Así eran las cosas.
Integrantes de Amnistía Venezuela se colaban a las reuniones de la Internacional Socialista a través de sus contactos con Acción Democrática, como es de suponer; sin embargo, Dolara comenta por otro lado: Todas las semanas visitaba a José Vicente Rangel –en aquel entonces del Partido Comunista –que claro está nunca me firmó una carta si no era para gente de la izquierda con la que él estaba de acuerdo, jamás una carta para un preso que estuviera en la Unión Soviética o cualquiera de esos otros países. Para esos casos eran reservados los contactos con la social democracia.
La sección funcionaba con éxito por la recepción que teníamos aquí en Venezuela. Aquí nos daban los instrumentos. Tenemos que agradecerle al país y a nuestro esfuerzo, que teníamos mucha mística y que prácticamente no teníamos competencia, jajaja. Había una que otra organización en el marco de los derechos humanos ligada a partidos políticos, pero sólo para los suyos. La visión de Amnistía es la de que todos tienen derechos humanos, no que sólo lo tienen tus amigos.
 Ferreira Aldunate
Un caso en particular emociona especialmente a Jesús Dolara, el de Wilson Ferreira Aldunate, agricultor y político uruguayo, uno de los más ácidos censores de la dictadura cívico-militar de su país.
Ferreira Aldunate fue el último candidato a las elecciones en Uruguay por el Partido Nacional, pero esas elecciones no llegaron a celebrarse; los militares habían tomado el poder. Ferreira Aldunate y su familia estaban escondidos en Buenos Aires y Amnistía de alguna manera tomó conocimiento de que iba a ir un agente de Uruguay a matarlos a todos. Buenos Aires no era seguro para ellos porque las relaciones entre Videla y los militares uruguayos eran perfectas.
Al tiempo que ocurría esto en el cono sur, en Caracas se estaba celebrando una reunión de la Internacional Socialista, con personajes de la política de primera línea de todo el mundo.
Era la oportunidad de actuar por Ferreira Aldunate y su familia.
Hicimos contacto con el jefe de la logística del evento. No fue fácil entrar, había mucha seguridad. Éramos tres y recuerdo que a uno no lo dejaron pasar ¡Jajaja! Queríamos que la reunión aquella tomara una resolución por la seguridad de Ferreira Aldunate y su familia. Conseguimos hablar entre otros con el Canciller de Alemania Willy Brandt –Premio Nobel de la Paz 1971 –quien era digamos el de mayor jerarquía. También hablamos con Bruno Kreisky, el Canciller de Austria en aquel entonces.


Al día siguiente, dos carros llegaron al mismo tiempo al lugar donde estaban Ferreira Aldunate y su familia. Uno era de la Embajada de Venezuela y el otro de la Embajada de Austria. Recogieron a Ferreira Aldunate y a su familia, los llevaron al aeropuerto y los sacaron de Buenos Aires a Caracas. De ahí se fueron a Londres.
Esto fue en el año 76. En el 77 el Secretariado Internacional de Amnistía me envía a una Reunión de los Pueblos de América Latina organizada por la social democracia en Panamá. En la reunión doy un breve discursito diciendo qué era Amnistía, todas esas cosas. Entonces me devuelvo al sitio donde estaba sentado para que continuasen los demás oradores y detrás de donde estoy hay un muchacho joven (veintitantos años podía tener) me toca el hombro y me dice “Soy el hijo de Ferreira Aldunate; ustedes salvaron a toda mi familia”.
En ese momento preciso del relato el Sr. Dolara por un instante abandona su usual amenidad y permite que se le quiebre la voz.
En el 78, conocí a Ferreira Aldunate en una reunión en Londres. No me dijo absolutamente nada. Curioso porque justo después de que conseguimos que lo sacaran de Argentina recibimos un cheque por 100.000 dólares para continuar con nuestra labor a favor de los derechos humanos. Hazte a la idea de cuánto era ese dinero en los 70. La donación era una cosa como secreta, pero era evidente que el donante era el mismo Ferreira Aldunate. Él tenía plata. Un hombre es capaz de dar 100.000 dólares y no es capaz de dar las gracias verbalmente.

¡Éramos campeones! Responde Jesús Dolara cuando se le pregunta por las campañas de entonces
Era la época de las cartas, para las campañas en aquella época se escribían cartas a los gobiernos donde había represión. Buscábamos a personas importantes que las firmaran para que fueran tomadas en cuenta: diputados, sindicalistas, el clero…
La organización al poco de fundada se instala en la Plaza Morelos, en la sede del Ateneo de Caracas gracias a su fundadora María Teresa Castillo (destacada activista, periodista y diputada, con una amplia trayectoria en la cultura) personaje que siempre firmaba las cartas de Amnistía. A partir de ahí se le suma al movimiento la intelectualidad, empezando por los Otero, desde luego.
Exposiciones de carteles de Amnistía en el Museo de Arte Contemporáneo, conferencias dictadas por médicos internacionales hablando en Venezuela sobre las señales que quedan en el cuerpo de las personas que sufrieron torturas a fin de ayudar en las pesquisas; se elaboran publicaciones... La organización va tomando el cuerpo y la forma que tiene en la actualidad, a la búsqueda de un impacto cada vez más masivo. Abajo, un cartel de ese momento, “Presos en Venezuela” de Eneko de las Heras, que pone de manifiesto los motivos de preocupación de Amnistía Internacional sobre las condiciones de los privados de libertad en Venezuela durante la década de 1990. 

El Sr. Dolara nos comenta que para las primeras décadas de Amnistía Venezuela era fundamental la educación en derechos humanos puesto que, si bien la organización tenía acceso al congreso y a los sindicatos, la gente no estaba familiarizada con qué eran en realidad estos instrumentos ni su importancia. El Congreso nos recibía, la Comisión de Derechos Humanos, íbamos a sus reuniones, ahí planteábamos, teníamos la ventaja de conocer de derechos humanos porque normalmente solía haber una o dos personas que sabían algo, porque el resto de los ocho o diez miembros de la comisión, ni idea.
 Escuela de los derechos humanos
Amnistía Venezuela no fue sólo la primera sección de Amnistía en América Latina sino también la primera organización de derechos humanos de Venezuela, y es probable que uno de sus mayores aportes a largo plazo sea la cimentación del movimiento de la sociedad civil organizada en el país. Amnistía fue una escuela para cientos de defensores y de defensoras de derechos humanos cuyos aportes son invaluables en la actualidad. Ligia Bolívar, siendo de las primeras miembras de la sección, posteriormente funda el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (PROVEA) que actualmente cuenta con una alta credibilidad en amplios sectores sociales del país. Bolívar actualmente dirige el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello.

Ligia Bolívar fue la primera que trabajó profesionalmente como Secretaria de Amnistía Venezuela y también fue parte del Comité Internacional de Amnistía, que es lo más alto, elegida por toda la organización. De ahí pasó a fundar PROVEA. 
Las relaciones se establecieron con todas las organizaciones que iban naciendo, como por ejemplo con el Comité de Familiares de las Víctimas de los sucesos ocurridos entre el 27 de febrero y los primeros días de marzo de 1989 (COFAVIC). Hoy en día las alianzas cubren el espectro total de las organizaciones, desde el Foro por la Vida hasta la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz.
 Mensaje al futuro
Jesús Dolara, quien vivió de primera mano el nacimiento de la democracia en Venezuela mientras trabajaba en los campos petroleros de oriente (recordemos que de profesión es en realidad Ingeniero Químico), tuvo siempre una estrecha relación con el interior del país. Deja Amnistía de manera activa en 1994 para pasar su jubilación en Acarigua, Estado Portuguesa, donde sin embargo se dedica posteriormente a poner a disposición de la colectividad su colección de más de 15.000 libros a través de una biblioteca pública creada por él.
Ahora que me encuentro al final de mi vida no cuento con una gran fortuna económica pero sí con la satisfacción de haber ayudado a los demás.
La biblioteca tuvo que cerrarla recientemente a raíz de una caída que afectó su rodilla y que lo obliga a movilizarse con muletas.
La última participación del Sr. Dolara en un evento de Amnistía se suscitó en octubre de 2011, durante la inauguración de la exposición de fotografías contra la violencia hacia la mujer “Retratos contra el maltrato”, en el Museo de Arte de Acarigua-Araure, donde como invitado dio unas palabras.
Al final de la entrevista el Sr. Dolara gusta de dejar la siguiente reflexión a las personas que actualmente se encuentran en Venezuela luchando en la causa de los derechos humanos:
La situación del país cuando teníamos tanta ayuda ahora no creo que sea así. Ahora ustedes tienen que buscar sus maneras. Sí tener mística, a veces cuando uno está mucho en una cosa la repetición hace de lo que hacemos un acto rutinario y se pierde un poco la mística. Eso sucede en todo, un cura que dice misa por más de 50 años posiblemente no tenga la misma cuestión de cuando salió del seminario, todo trabajo reiterativo… hay que luchar contra la pérdida de la mística. Eso es lo que da fuerza a cualquier trabajo.
Y, como no podía ser de otra manera, lo remata hablando La Copa del Mundo de fútbol de Brasil.
La sección española que montó la torta ¿Qué les ha pasado? Se han hecho rutinarios, juegan mecánicamente. –En cambio –Tú veías como corrían los chilenos ¡corrían! Si se caían se levantaban, no estaban esperando a nadie que los ayudara, los españoles se caían y para cuando se levantaban ya había un gol chileno.





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